Contracorriente

“Quizás sea temerario pensar que el signo predominante de la política exterior de un país en el siglo XXI resulte ser el aislamiento”. Así se expresó el ex Canciller Consalvi en su conferencia ante la asamblea anual de Fedecámaras. Añadió que “no es ni puede serlo, y nadie en sus cabales sería capaz de postularlo”. No obstante, encontró esos signos en la política exterior de Venezuela. En primer lugar, tenemos lo ocurrido con la adhesión unilateral al Mercosur. La solicitud fue un serio error, inexplicable para quienes tienen algún conocimiento de la política internacional. Se asombraron los propios socios de la CAN, y, también, los de Mercosur. Desde el sur lo vieron como un disparate, y sólo Brasil lo apoyó con “entusiasmo”, porque Brasil ha obtenido lo que ha querido. Sin compensación, por cierto, y sin licitaciones.

La adhesión al ALCA fue tan absurda que, ahora, la ministra de Producción y Comercio, Luisa Romero, declara que debe “posponerse” por la crisis de la Argentina. No es verdad, las razones son otras, la ministra ha debido advertirlo así cuando el Presidente tomaba el riesgo de oficializar sus gestiones “personales” en la Cumbre de Mercosur. De modo que, un fiasco. Asimismo, con Estados Unidos, y por extensión, con México y el Canadá, andamos en desacuerdo, pues si se discrepa del ALCA, e, inevitablemente, del NAFTA, mecanismo al cual pertenecen los tres.
Por otra parte, la política venezolana en el Caribe no se entiende. Fue un misterio la suspensión de la visita del Presidente a Trinidad-Tobago. La pregunta es inevitable: ¿La suspendió Venezuela o la suspendió Trinidad-Tobago? Vale la pena saberlo. Ahora ya el jefe del Estado no irá a Africa. Pero debe ir a la cumbre del Grupo de Rio, en Santiago de Chile. Los presidentes abogarán por las negociaciones y por la integración, CAN, Mercosur, ALCA. ¿Cuál será la posición venezolana? ¿En contra de todo el mundo? Los presidentes de la región son pragmáticos, y no retóricos, y los discursos revolucionarios no están en su agenda. Sólo Venezuela quedará como exponente y portavoz de las consignas de los años de la Guerra Fría.

La relaciones entre Venezuela y los Estados Unidos andan también por caminos extraños. Unas veces se acusa a la CIA de “sembrar a Montesinos”, otra se le dice a los miembros de la misión militar que “recojan sus macundales” y se muden del Fuerte Tiuna. ¿Inexperiencia o predisposición? Eso se podía hacer, sin convertir el episodio en una “noticia patriótica”, coincidente con la visita de Castro. Todo esto nos obliga a pensar, seriamente, que la política exterior anda por mundos irreales, y no responde para nada a los intereses de Venezuela. Tantas contradicciones no pueden tener otro desenlace que quedar mal con Dios y con el diablo.

Ahora la ministra Romero aboga por una política proteccionista. Parece negar los compromisos de la CAN. No profesamos dogmatismos en materia de comercio internacional, pero se tiene el derecho ciudadano de reclamar coherencia entre el discurso y su práctica.